En definitiva, “cuando la locura toma la palabra”, según la expresión de Marta Plaza (2019), se pone en evidencia no solo la existencia de subjetividades distintas, sino la capacidad de denuncia de vulneración de derechos, la posibilidad de alternativas de atención y de cuidados sin imposiciones —pensadas desde el acompañamiento, el apoyo mutuo y la horizontalidad—, y la constatación innegable de que los seres humanos somos diversos.