donde entras, también tienes que saber salir. No existen lugares donde tengas que permanecer sí o sí, sentir eso te llevará a asumir que debes soportar actitudes, situaciones y personas que no tienes por qué aguantar. No tienes por qué intentar arreglarlo todo hasta quedarte sin fuerzas, no tienes por qué salvar a todo el mundo, no tienes por qué convertirte en la terapeuta o madre de nadie. No tienes que dejarte la vida en salvar la de los demás. Tampoco tienes que quedarte en un sitio a arreglar o modificar a una persona hasta que quepa en tu molde porque te has empeñado en que sea para ti por lo mucho que te gusta. Como me dijeron una vez: cómo te trata siempre será más importante que lo mucho que te gusta. Irte de donde no eres feliz, o de donde solo lo eres a ratos, siempre es una opción, porque fuera de eso HAY VIDA, mucha vida, infinita vida.