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DAVID GRAEBER

La utopía de las normas

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¿Cuál es el origen de ese afán por regular, imponer normas y burocratizar todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida? Y lo más importante, ¿hasta qué punto nos arruina la existencia toda esa cantidad de formularios, procedimientos y documentación? No sólo en lo público, también en el trabajo y en la vida privada.Para responder a estas preguntas, David Graeber, uno de los pensadores más provocadores e influyentes del momento, pone el foco sobre las distintas formas en que la burocracia se inmiscuye en nuestro día a día y revela hasta qué punto llega a determinar nuestras vidas. Un interminable y abominable papeleo que anula la creatividad y consume gran parte del tiempo.El avance tecnológico, la gran promesa del capitalismo, se ha descubierto como otro mecanismo más de control, mucho más poderoso, al que sin embargo nos hemos doblegado sin oponer resistencia, seducidos por sus encantos.Navegando desde el influjo de la economía liberal de la segunda mitad del siglo xx hasta el significado oculto tras personajes como James Bond, Sherlock Holmes o Batman, este libro es un notable trabajo de teoría social en la tradición de autores como Foucault, Marcuse o el mismo Marx, si bien la presencia en su análisis de la cultura popular y su accesibilidad lo acercan también a las obras de Zizek.Un libro imprescindible para los tiempos que vivimos, que nos arma de argumentos en el debate presente sobre el cambio de modelo y que nos señala el camino hacia un mundo mejor y más justo.
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354 printed pages
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Impressions

  • shiruettoshared an impression9 months ago

    Muy buenooooooo

Quotes

  • shiruettohas quoted9 months ago
    A modo de respuesta a Occupy, esto es, como mínimo, patético. Cuando El Caballero Oscuro surgió en 2008 había muchos debates acerca de si se trataba de una metáfora de la guerra contra el terrorismo: ¿hasta dónde está bien que lleguen los buenos (es decir, nosotros) a la hora de adoptar los métodos de los malos? Es probable que, en efecto, los cineastas estuvieran planteándose esas preguntas, y que, aun así, fueran capaces de hacer una buena película. Pero la guerra contra el terrorismo era una batalla de redes secretas y espectáculos de manipulación. Comenzó con una bomba y acababa con un asesinato. Casi puede pensarse de ella que era, por ambos bandos, un intento de revivir una versión en cómic del universo. Una vez el auténtico poder constituyente aparece en escena, todo ese universo se deshizo en incoherencias, incluso llega a parecer ridículo. Había revoluciones en marcha en Oriente Medio y Estados Unidos gastaba cientos de miles de millones de dólares luchando contra un grupo improvisado de estudiantes de seminario en Afganistán. Lamentablemente para Nolan, con todo su poder manipulador, el mismo tipo de cosa le pasó a su mundo cuando siquiera un indicio de poder popular llegó a Nueva York.
  • shiruettohas quoted9 months ago
    De modo que las leyes surgen de actividades ilegales. Esto crea una incoherencia crucial en la propia idea de gobierno moderno, que asume que el Estado tiene el monopolio del uso legítimo de la violencia (sólo los policías, funcionarios de prisiones o seguridad privada debidamente autorizada poseen el derecho legal a pegarte). Para la policía es legítimo emplear la violencia porque están haciendo cumplir la ley; la ley es legítima porque está arraigada en la constitución; la constitución es legítima porque emana del pueblo; el pueblo creó las leyes de la constitución mediante actos de violencia ilegal. La pregunta evidente es, pues, ¿cómo diferencia uno entre «el pueblo» y una mera turba enfurecida?

    No hay una respuesta obvia.
  • shiruettohas quoted9 months ago
    Todo muy cristiano y moralista. Puede que los pecados parezcan menores y el castigo desproporcionado, pero el mensaje subyacente es: «Por supuesto que se lo merecen. Todos nos lo merecemos; pese a nuestro exterior civilizado, somos fundamentalmente corruptos y malvados. ¿La prueba? Mírate a ti mismo. ¿No eres malvado? Si no eres malvado, ¿qué haces excitándote viendo esta basura sádica?».

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