Han Kang

La clase de griego

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  • Silvia Arenashas quoted16 hours ago
    Junto las manos delante del pecho.

    Me humedezco el labio inferior con la lengua.

    Me froto presurosamente las manos, en silencio.

    Mis párpados tiemblan como los rápidos aleteos de un insecto.

    Abro los labios, de nuevo secos.

    Con determinación, inhalo más profundo y exhalo.

    Cuando por fin pronuncio la primera sílaba, cierro con fuerza los ojos,

    convencida de que cuando los abra todo habrá desaparecido.
  • Silvia Arenashas quoted16 hours ago
    Para que no siguiera con mis caricias,

    me cogiste la cara y emitiste un breve sonido.

    Lo oí por primera vez.

    Un sonido leve y redondo como una burbuja.

    Yo contuve la respiración.

    Tú seguías respirando.

    Te oía respirar.

    Entonces comenzamos a subir lentamente.

    Primero tocamos la brillante superficie del mar,

    luego fuimos arrastrados con ímpetu a tierra firme.

    Tuve miedo.

    No tuve miedo.

    Tuve ganas de llorar.

    No quise llorar.

    Antes de separarte por completo de mi cuerpo,

    me diste un lento beso en la boca,

    en la frente,

    en las cejas,

    en ambos párpados.

    Fue como si me besara el tiempo.

    Cada vez que se encontraban nuestros labios, la oscuridad se hacía más densa.

    La quietud se acumulaba como la nieve que borra para siempre todas las huellas

    y nos iba cubriendo en silencio las rodillas, la cintura, y por fin la cara.
  • Silvia Arenashas quoted16 hours ago
    Algo se despertó en nosotros.

    Allí donde no había luz ni voces,

    entre astillas de corales que no habían soportado la presión,

    nuestros cuerpos trataban de subir a flote.
  • Silvia Arenashas quoted16 hours ago
    En silencio, a lo lejos, explotan las manchas solares. Sus corazones y sus labios se superponen para siempre, uno sobre el otro
  • Silvia Arenashas quoted16 hours ago
    Sus corazones laten juntos, pero él no sabe nada de ella. No sabe que cuando era pequeña se quedó contemplando las penumbras del patio preguntándose si estaba bien que existiera en este mundo; no sabe que las palabras se le clavaban como una coraza de alfileres sobre el cuerpo desnudo; no sabe que en las pupilas de ella se reflejan los ojos de él, y que en estos se reflejan de nuevo las pupilas de ella, y así sucesivamente hasta el infinito; no sabe que eso la aterra, y que por eso aprieta con fuerza los labios, congestionados de sangre por la presión.
  • Silvia Arenashas quoted16 hours ago
    El niño le ha dicho en voz baja, con expresión temerosa: «¿Por qué has venido hoy si nos vamos a ver mañana?». Ella se lo ha quedado mirando fijamente, le ha limpiado con la palma de la mano las gotas de lluvia que corrían por sus mejillas, y luego ha abierto la boca y ha intentado en vano pronunciar el nombre de su hijo y las palabras que tenía preparadas: «No tienes por qué irte tan lejos. Puedes quedarte conmigo. Podemos escaparnos juntos. Encontraré la manera de salir adelante».
  • Silvia Arenashas quoted16 hours ago
    Si la nieve es el silencio que cae del cielo, tal vez la lluvia sean frases precipitándose interminables.

    Las palabras caen sobre la acera, sobre las azoteas de los edificios, sobre los charcos negros, salpicándolo todo.

    Las oraciones en mi lengua materna se acumulan en las aguas oscuras,

    los trazos curvos y rectos, los puntos que se desvanecen,

    las comas enroscadas y los signos de interrogación encorvados.
  • Silvia Arenashas quoted16 hours ago
    Tu silencio era como el de alguien que da golpes bajo la capa de hielo queriendo salir; como una nevada cubriendo un cuerpo lleno de heridas sangrantes. Por momentos tenía miedo de que tu silencio se convirtiera en muerte, que te murieras de verdad, que te quedaras realmente rígida y fría.
  • Silvia Arenashas quoted16 hours ago
    Cuando estábamos los dos solos en el aula vacía esperando a que empezara la clase, a veces me parecía que realmente estábamos manteniendo una conversación.

    Entonces levantaba la vista y te veía allí sentada como un despojo, como un objeto mudo salvado de un naufragio, como alguien roto por la mitad o incluso en pedazos más pequeños. En esos momentos me dabas un poco de miedo. Pero al mismo tiempo tenía la sensación de que si me aproximaba a ti y me sentaba cerca, tú también te levantarías y te acercarías a mí.
  • Silvia Arenashas quoted16 hours ago
    Ambos sienten en la piel los trazos rectos y curvos, ligeramente temblorosos. No se ve ni se oye nada. Ya no existen labios ni ojos. Pronto se desvanece el temblor y también la tibieza. No queda rastro de nada.
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