Al final de Hijos de Dune, Leto II acepta el manto de divinidad de los Fremen y se transforma a sí mismo en un monstruo del desierto, un híbrido hombre-gusano de arena, como aquellos que dominan la ecología del planeta Arrakis (conocido como Dune) durante milenios. Este es un acto que su padre, Muad'Dib, había rehusado llevar a cabo. Leto acepta éste esencialmente terrible precio para salvar a la Humanidad de la trampa presciente que su padre había desencadenado. Dios Emperador de Dune es la crónica de los intentos de Leto de consumar la Senda de Oro.