Dos relatos de José María Blanco White incluye las siguientes narraciones: Costumbres húngaras y El alcázar de Sevilla.
Costumbres húngaras empieza con un recorrido por el Támesis en barco. El relato de Blanco White se deleita en el paisaje y se evoca con nostalgia a España. Luego entre el paisaje emerge el personaje que servirá de coartada para la historia y las peripecias varias que se irán sucediendo. El narrador y el protagonista se dirigen a la casa del último y allí un cuadro reconduce la historia hacia Viena, en la que el protagonista ha pasado su juventud.
Es entonces el momento en que el personaje principal narra una historia de amor dramática transcurrida durante un viaje de juventud a Hungría. Y parece que las Costumbres húngaras terminan siendo dramáticas en extremo…
El alcázar de Sevilla es un relato en que se entretejen diferentes historias sevillanas. Dos personajes nos atrapan en un diálogo en que se cuentan historias sobre María Padilla, Pedro o el Cruel, el Romancero y la ciudad de Sevilla. El final nos sorprende con una historia de moriscos que regresan en secreto a la ciudad de sus sueños:
«Entre las desventuradas familias de moriscos españoles que se vieron forzados a salir de España por los años de 1610, se contaba la de un rico labrador, dueño de esa misma casa de que hemos hablado. Como el objeto principal del gobierno en la expulsión de los moriscos fue evitar que se llevasen consigo sus riquezas, muchos de ellos las enterraron, esperando en mejores tiempos el permiso de volver de África a sus antiguos hogares.
Mulei Hasem había mandado construir una bóveda debajo del ancho zaguán de su casa. Tomó sus precauciones para que nada echasen de ver sus vecinos; depositó en la bóveda una gran cantidad de perlas y oro, e hizo conjurar el sitio por otro morisco, diestro en el arte diabólica.»