El cobrador sabe que ni el gobierno ni la revolución van a solucionarle los problemas, y se cobra su bienestar por sus propios medios. «¡Todos me deben algo! Me deben comida, coños, cobertores, zapatos, casa, coche, reloj, muelas; todo me lo deben». Su capacidad para identificar la mentira es enorme (la de todos, menos la suya, claro). «Me quedo ante la televisión para aumentar mi odio. Cuando mi cólera va disminuyendo y pierdo las ganas de cobrar lo que me deben, me siento frente a la televisión y al poco tiempo me vuelve el odio.» El cobrador no se pliega ante nada ni nadie, es un antisocial, y para evitar que los demás lo nieguen, los pisotea. El E8 tiene un odio antiguo, subyace en él la sensación de no haber sido respetado. «Me deben escuela, novia, tocadiscos, respeto, sándwich de mortadela en el bar de la calle Vieira Fazenda, helado, balón de fútbol.» ¿Quién le debe todo eso? En los orígenes, sus padres, que seguramente no supieron cuidar de él.