¿Condenación?
¿Salvación?
La Torre.
Llegaría a la Torre Oscura y ahí cantaría sus nombres; ahí cantaría sus nombres; ahí cantaría todos sus nombres.
El sol manchó el este con un rosa polvoriento, y por fin Rolando, que ya no era el último pistolero sino uno de los tres últimos, durmió y soñó sus sueños coléricos sólo atravesados por un único y dulce hilo azul
¡Ahí cantaré todos sus nombres!