Si renunciaste a tu corazón por la Torre, Rolando, ya has perdido. Una criatura sin corazón es una criatura sin amor, y una criatura sin amor es una bestia. Ser una bestia tal vez sea tolerable, a pesar de que el hombre que ha llegado a serlo seguramente pagará al final el precio propio del infierno, pero i qué importa si obtienes tu objetivo? ¿Qué importa si te propones, sin corazón, tomar por asalto la Torre Oscura y ganarla? Si nada hay más que oscuridad en tu corazón, ¿qué puedes hacer más que degenerar de bestia en monstruo? Ganar las propias metas como una bestia sólo resultaría amargamente cómico, como darle una lupa a un elefantasma. Pero ganar las propias metas como un monstruo...